martes, 21 de marzo de 2017

capitulos 13 y 14

Bastián se encontraba solo a oscuras. Estaba flotando. Llamó a la Hija de la Luna. Entonces oyó la voz de ella, pero no la veía. Le preguntó dónde estaba y qué había pasado con Fantasia. Ella dijo que Fantasia había desaparecido, y que renacería con los deseos de Bastián.
El primer deseo de Bastián era ver de nuevo a la Emperatriz Infantil. De pronto empezaron a crecer plantas por todos sitios. Empezó a formarse una selva. Bastián la llamó Perelín, la selva Nocturna.
Miró a Hija de la Luna a los ojos y le pasó lo mismo que la otra vez: no podía apartar los ojos. Estaba mejor otra vez, y ya no tenía la túnica rasgada.
La Emperatriz le preguntó a Bastián por qué no había venido cuando le había llamado , y Bastián respondió que no era digno de ella. Entonces ella le dijo que la mirara a los ojos. Vio a un joven apuesto, vestido ricamente, con unas manos hermosas.
De repente se dio cuenta de que aquel joven era él mismo, reflejado en los ojos de la Emperatriz. Se miró, y en efecto, se había vuelto delgado y guapo. Cuando se volvió para mirar a la Emperatriz otra vez, había desaparecido. Se preguntó por qué se habría ido, y mientras pensaba eso, cogió el colgante que llevaba al cuello y lo miró. ¡Era ÁURYN! Se quedó mirándolo, y vio que en la parte de atrás había una inscripción que leía `Haz lo que quieras'. Decidió hacer caso: hacer lo que quisiera.
Bastián empezó a andar sin rumbo por la selva. Mientras caminaba, deseó ser el más fuerte del mundo, y se olvidó de que una vez fue gordo con piernas torcidas.
Entonces tuvo ganas de observar su reino desde lo alto. Trepó un árbol, más y más alto, hasta que estaba más alto que cualquier árbol.
Se sentó en la flor que había en el punto más alto del árbol y se quedó allí mucho tiempo, empapándose de aquella vista. ¡Era su reino! ¡Lo había creado él! Lanzó un grito de júbilo salvaje

Nunca había dormido mejor Bastián. Cuando abrió los ojos, aun era de noche, pero mientras pensaba qué era lo que iba a hacer, amaneció. Surgió en él un nuevo deseo: atravesar un desierto.
En aquel momento una fuerte sacudida recorrió la planta en que estaba. Miró en derredor y con gran espanto, ¡vio que ya no quedaba casi nada de la selva!
Su planta empezó a desintegrarse y Bastián bajó tan deprisa como pudo. Cuando llegó abajo, vio que la selva se había convertido en un desierto, y que la arena de cada colina era de color diferente a las otras. Bastián lo llamó Goab, el Desierto de Colores.
Bastián se dio cuenta de que tenía que salir de allí pronto, si no se moriría de sed. Cogió a ÁURYN, esperando que lo guiase. Luego se puso en camino. Después de muchas horas, decidió escribir tres letras gigantescas en la arena, por si alguien lo viera, y pudiera rescatarlo. Escribió tres Bs.
A Bastián se le olvidó que antes era sensible. Ya se anunciaba en él un nuevo deseo. Quiso ser valeroso. Quería enfrentarse a un monstruo peligroso y poder ganarle, y… entonces sintió que la arena vibraba bajo sus pies.
De pronto apareció un león gigantesco. Bastián y el león se enfrentaron con la mirada. Hasta que al final el león bajó la mirada y proclamó a Bastián como su señor. El león se llamaba Graógraman.
Graógraman llevó a Bastián a su palacio. Cuando llegaron, había una sala ya preparada con comida y bebida para Bastián. Graógraman le dijo a Bastián que a lo mejor oiría ruidos extraños durante la noche, pero no tenía que preocuparse, no pasaría nada.
Bastián comió hasta hartarse, entonces se bañó, y cuando hubo acabado quiso ver cómo estaba Graógraman. Para gran horror suyo, Graógraman se había convertido en piedra. No supo qué hacer. Salió afuera y se llevó un susto al ver que ya no había desierto, sino que se había convertido en Perelín otra vez.
Bastián volvió a la caverna, se acurrucó entre las poderosas patas delanteras del león y se durmió.

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